Una hoja cayó sobre mi cabeza, era una de las primeras hojas apresuradas que adelantaban el otoño pronto a llegar.
Como no tenía nada que hacer, me había sentado bajo ese imponente árbol , en un banquito medio churriento de esa plaza. Estaba concentrada viendo los rallados de una estatua, que contrario a afearla, le daban un toque autóctono de nuestra idiosincrasia criolla, que por alguna razón goza al dibujar genitales en espacios públicos.
Junto con la hoja que cayó, también cayó un suspiro, acompañado de un breve cerrar de ojos para lograr sentir el aroma de la vida.
Fue en ese momento cuando algo me interrumpió.
& -¿Puedo hablar contigo, mujer que gustas de las hojas? Pero no, no quiero que abras tu boca para hablar conmigo, conserva tu preciado aire. Es más, no quiero conocer tu voz, porque todo esto perdería el encanto.
Estaba estupefacta. Por muy estúpido que resultara, las palabras de este desconocido hombre lograron silenciarme.
-Te he visto desde hace varios días-prosiguió-demasiados días diría yo. Siempre te encontraba en el momento menos esperado. Muchas veces tuve ganas de hablarte, pero había algo que me lo impedía. No quería que me rechazaras ni que me tomaras por sicópata.
Aprendí a conocerte con mi mirada, sé cuando algo te incomoda o te pone feliz. Si, lo sé, parezco un maniático, de hecho esto al principio llegó a asustarme. Pero definitivamente te apoderaste de mi pensar. Y te reitero, por muy sorprendida que estes, no tengas miedo, lo menos que yo quiero es causarte daño. Solo te pido que por favor no pronuncies palara alguna.
Lo único que quiero que sepas es que sí eres muy especial, lo eres para mí y para muchos más. No quiero , por ningún motivo que seas como esa hoja que acaba de caer del árbol. No te apresures a tomar esa cruel decisión que ya no tendrá retorno.
& -Mírala – me dijo tomando la hoja en cuestión – nunca podrá volver a ser parte del árbol, su único destino será secarse, pudrirse. Simplemente no seas como ella.
Se quedó mirándome a los ojos, fijamente, implorando que hiciera caso a sus palabras.
Estallé en llanto. Él tomó mi mano dulcemente y la besó.
&
-Sé que te seguiré viendo- gritó mientras se alejaba- sé también que seguiré pensando en ti , y yo sólo seguiré mirándote pasar.
-Sé que te seguiré viendo- gritó mientras se alejaba- sé también que seguiré pensando en ti , y yo sólo seguiré mirándote pasar.
&
Quedé atónita. Me levanté del banquito dispuesta a caminar a mi casa, pero no sin antes botar las dos cajas de diazepam que acababa de comprar.
Quedé atónita. Me levanté del banquito dispuesta a caminar a mi casa, pero no sin antes botar las dos cajas de diazepam que acababa de comprar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario